Su Excelencia

Lopitos, conocido por su rapidez mental y su ineficacia en la diplomacia, se encuentra en una situación inesperada. Invitado a un banquete diplomático debido a una superstición relacionada con el número 13, Lopitos asume la posición de embajador tras una serie de eventos imprevistos. La noticia de golpes de estado en Los Cocos llega durante la comida, lo que genera una atmósfera tensa entre las superpotencias presentes. Durante una cumbre de líderes mundiales, los embajadores de las superpotencias están en una competencia feroz por ganarse la lealtad de los diplomáticos de los países en desarrollo. En este contexto, Lopitos se convierte en el último diplomático sin una alineación definida. Aprovechando su inesperada posición, Lopitos organiza su propia "muerte" como embajador, preparándose para una intervención audaz. En su discurso, Lopitos se presenta no como embajador, sino como un ciudadano común, desafiando las convenciones diplomáticas. Utiliza esta perspectiva para criticar abiertamente las acciones de las superpotencias, enfocándose en la violación de los derechos de los países en desarrollo a la libre determinación. Denuncia las tácticas manipuladoras empleadas por las potencias globales para inclinar el equilibrio del poder a su favor. El discurso de Lopitos es un desafío valiente y una protesta en contra de la opresión global. Su crítica resuena con fuerza, destacando la hipocresía de las superpotencias y llamando la atención sobre la necesidad de respetar la autonomía de los países más pequeños. Aunque Lopitos es visto como ineficaz en términos tradicionales, su valentía y su enfoque innovador le permiten destacar en el escenario internacional. Su intervención no solo expone las injusticias en la política global, sino que también plantea preguntas cruciales sobre el verdadero propósito de la diplomacia y el poder en el contexto global.